Tras años de predominio de tintos, los grandes vinos blancos, generosos y espumosos salen de su escondite. Por primera vez, las burbujas de un cava se sitúan en el pódium de los mejores vinos. Es tiempo de brindis.

Hace 25 años ningún cava estaba en los puestos de honor de las guías de vinos o de los artículos de prensa, ya que ha sido tradicionalmente considerado un vino de bajo precio, poca capacidad de crianza e ínfimas posibilidades de figurar entre los grandes. Pero el panorama ha ido cambiado poco a poco debido al trabajo y al esfuerzo de unas pocas bodegas, que desde hace ya largos años, y pese a ir a contracorriente, han elaborado y apostado por cavas capaces de competir con los grandes espumosos del mundo. Así ha sucedido un gran hito, un cava ha obtenido la condición de Mejor Vino de España. Ha sido por la Guía Peñín, la guía con más peso en el territorio de habla hispana, que habla de este reconocimiento como “un hecho histórico de gran trascendencia, por abrir un nuevo camino en el desarrollo de una denominación de origen que lucha por dar respaldo a las elaboraciones más sofisticadas”.

Enoteca Gramona 2001, al que describen como “una dignificación del cava de grandes vuelos, una auténtica demostración de excelencia, complejidad y finura”, ha obtenido la puntuación más alta -99 puntos, calificación que han obtenido sólo cinco vinos en 27 ediciones de la Guía, que nunca ha dado un 100- y es el mejor espumoso de su historia. Desde Peñín describen este reconocimiento como “la culminación de un proceso que se inició hace muchos años en la bodega Gramona, la demostración de que la apuesta de esta casa por las largas crianzas tenía que arrojar resultados nunca antes experimentados”.

El camino hasta lo más alto no ha sido fácil, sino el resultado de años de dedicación. Ahora es cuando los primeros cambios empiezan a ser significativos. Y así sucede en la economía y en la filosofía del sector. Por un lado, se ha empezado a valorar las uvas, en cada vez más casos a unos niveles que doblan y triplican los precios habituales, premiando especialmente la agricultura orgánica -que se extiende rápidamente-, las cosechas con bajos rendimientos y la vendimia manual. Por otro, el interés que el mundo del vino ha crecido notablemente.

Hace algo más de diez años, los primeros prescriptores y expertos internacionales en vinos comenzaban a reconocer y escribir claramente que el cava podía ser un gran espumoso y, por ende, un gran vino. Fueron algunos periodistas y críticos internacionales como Will Lyons en el Wall Street Journal, Andrew Jefford en Decanter, Asimov en el New York Times, o, Michel Bettane, el gran crítico del vino francés, en su libro de “Los 300 Mejores Vinos del Mundo” los que comenzaron a mostrar los cambios del sector. De hecho, sus catas de Gramona eran consideradas por todos ellos como el inicio de un cambio. Lo dijo Will Lyons en el 2011: a pesar de que “ha costado más de 130 años (…), parece que algunos productores de cava finalmente se han ganado un puesto en la mesa de los mejores vinos espumosos”. Con el tiempo, el mensaje y el esfuerzo han calado también en medios nacionales como el de la Guía Gourmets, donde un cava de Gramona se ha vuelto a posicionar en el podio de los mejores espumosos por decimo séptima vez consecutiva.

Hoy este cambio en el sector, más evidente que nunca, es una realidad: Enoteca Gramona no solo se sitúa entre los grandes vinos espumosos, sino que es el mejor vino del país.