Desde hacía años Aquella Guía nos puntuaba entre los mejores cavas, nunca el mejor. La teoría del firmante y catador de Esa Guía era que los cavas tenían que ser jóvenes, frescos y afrutados. En ningún caso debían intentar la proeza de las largas crianzas de los iconos espumosos de Francia.

Aquella Guía era la más reconocida del país y sus entonces responsables no asistieron a la primera cata vertical que Gramona hacía en Madrid, en la que compartimos nuestra teoría de la capacidad del cava para ser un gran vino espumoso. Era la primavera del 2008. La presentación y cata de nuestros Celler Batlle y III Lustros de varias añadas fue todo un éxito.

Nos quedó la espina de Aquella Guía, así que les llamamos al día siguiente. Accedieron a hacernos un hueco en su agenda y nos reunimos informalmente en sus oficinas del Viso, en Madrid. Nos presentamos con dos botellas: un Celler Batlle del 1997 y otro del 1998. El Sr. Peñín nos recibió y pronto pidió a su equipo que se preparara una cata a ciegas con nuestros cavas y unas botellas de champagne que ellos guardaban en la nevera.

Nuestro anfitrión escuchó nuestras tesis sobre porqué un cava podía tener la capacidad de evolucionar largos años hacia la excelencia. Lo entendió, pero la cata a ciegas fue definitiva. El Sr Peñín y su equipo de cata prefirieron nuestros Gramona frente a los champagnes de alta gama que, sin nosotros saberlo, acabábamos de catar.

Al año siguiente, Aquella Guía rezaba por primera vez, ” Con un cava de 10 años, Gramona alcanza la expresión de los mejores champagnes“. Los medios especializados del país empezaron a reconocer las posibilidades del cava, lo que nosotros llamamos “el cambio de paradigma”. Desde aquel encuentro, los equipos de catadores han cambiado, la dirección de Aquella Guía también. Sin embargo, seguimos siendo ese cava mejor valorado. El que rompe con lo establecido.
Xavier Gramona